El diseño de la bodega refleja los tres pasos necesarios para hacer el vino. Un primer pabellón a dos aguas de teja y madera recibe en superficie la uva y la fermenta en enormes depósitos de acero. Un segundo espacio enterrado aloja las barricas en una grilla de 3×3 bóvedas de hormigón con un gran carácter tectónico. Este lugar espectacular es capaz de detener el tiempo no sólo para la maduración del vino sino también en el espectador. Al tratarse de un espacio enterrado consigue una temperatura constante para las barricas sin necesidad de aportes de calor o frío. Finalmente un pabellón idéntico al primero aloja el último proceso del vino que es el embotellado y almacén antes de sacar, en superficie de nuevo, el vino elaborado para su distribución.